El día tan largamente esperado por niños y niñas del cerro llegó el día de Epifanía cuando el mago del cerro Juan Varela sorprendió a los asistentes con magia de nivel internacional, escoltado por el joven mago Kelvin, quien hizo pruebas de sus excelentes condiciones como hacer salir de su boca un pliego de papel que no terminaba. Pululaban por los alrededores todavía dos o tres magos que hacían a los transeuntes nuevamente creer en el hechizo porteño. El espectáculo fue precedido por una maravillosa presentación de la casa en power point que, poniendo las cosas en su lugar, recordaba lo que era central en este día: la visita al pequeño Jesús de los sabios magos venidos de Oriente. Esta vez, en Valparaíso, nos habíamos de sorprender con otros magos y con un espectáculo de duración de una hora, al que asistieron cerca de sesenta personas que completaron totalmente el pequeño teatro ubicado en el Paseo Atkinson 88. A fin de calmar la ansiedad reinante se distribuyeron entre los pequeños deliciosas galletitas navideñas y delicados küchenes preparados por la señora de la pancarta, quien, sospechamos,
a partir este día será más popular por su mano que por su pancarta.