El fin del proyecto Niemeyer es la prueba más evidente que la política que se hace sólo con imágenes virtuales, cuya efecto político buscado es desanimar a los detractores locales y al mismo tiempo entusiasmar a hipotéticos financistas externos, es mala en comparación con la política de construir consensos locales partiendo de lo que necesitamos y de nuestras capacidades, y luego buscar aliados externos si es el caso. En este sentido el Alcalde Cornejo, aunque es un buen comunicador, no es un buen gestor de proyectos. Pablo Andueza
La gestión patrimonial del alcalde saliente de Valparaíso fue oportunista. Quería aprovechar las alternativas económicas asociadas a la certificación mundial de la Unesco en medio del emergente mercado del turismo cultural. Sin explicitarse mucho, se ejecutó un modelo de gestión de recursos patrimoniales que vio en ellos una oportunidad de transformar la ciudad en polo de atracción para inversionistas y se buscó entusiasmar a los agentes económicos y al mismo tiempo minar las resistencias locales. ¿No es así, con imágenes, cómo se ha estado operando con el famoso mall y con otro mall en que se desea convertir el Mercado Puerto? ¿No encontramos bastante de estos ingredientes "reactivadores" en la mercantilización de los barrios turísticos de los cerros Concepción y Alegre? ¿El proyecto Niemeyer -desechado la semana pasada por la propia oficina del arquitecto- no era, también, básicamente un producto para vender?
¿Veinte mil, diez mil, cinco mil espectadores? ¿Diez mil, cinco mil, tres mil metros cuadrados construídos? El tamaño del proyecto iba cambiando al ritmo de las presiones. Los promotores del proyecto sólo se mantuvieron fieles a la idea original: sería un enorme edificio modernista que ocuparía la mayor parte de las 2,2 hectáreas del cerro Cárcel. Pero esto mostraba el mismo talón de Aquiles que el plan para Valparaíso: frente a este tipo de reactivación, a corto plazo y sin participación social, los habitantes no perciben beneficios concretos. Molesta, además, que la ciudad se piense para los visitantes y se piense poco para sus habitantes. Duele que el capital social y cultural de su gente se subordine a otros intereses. Impresiona que los ciudadanos destinen sus energías a defenderse de quienes están llamados a representarlos.
El "caso Niemeyer" puede ser una buena oportunidad para enmendar el rumbo. Primero, antes que buscar que imágenes para vender, hay que pensar la Ex Cárcel, que fue guarnición militar y la primera prisión de la ciudad, como un proyecto para construir, idealmente por etapas, e incluyendo a quienes han animado por años ese espacio. Segundo, antes que atender a un hipotético mercado turístico/cultural, parece razonable atender las necesidades de los ciudadanos de la región de Valparaíso. Tercero, esta obra civil decimonónica que la Unesco tuvo la preocupación de mencionar en la declaratoria como "Area panteón", debe capitalizar su valor cultural, social y económico evitando ponerlo en riesgo con proyectos inadecuados. Cuarto, la rentabilidad del proyecto no tiene por qué obtenerse de la apropiación público-privada del espacio en una economía convencional de precios; sería más inteligente apostar a la economía de rentas indirectas, compatible y sinérgica con un proyecto patrimonial participativo. La clave del éxito de la ex Cárcel sería ésta: los ciudadanos ganando espacio en un escenario patrimonial formidable; la autoridad valorando un bien fiscal, promoviendo ciudadanía y ganando de la mayor tributación, y el empresariado promoviendo actividades gastronómicas, hoteleras, turísticas, culturales en el entorno. La declaratoria de la Unesco debiera orientarnos, por último a privilegiar microproyectos con valor agregado cultural más que megaproyectos estandarizados que a la larga empobrecen el atractivo único de la ciudad. Así es como se ha construido Valparaíso.
Pablo Andueza
Abogado, académico de la Universidad de Valparaíso.
Comentarios
Enviado por Pablo Andueza (no verificado) el Vie, 07/11/2008 - 16:50 Enlace permanente
El fin del proyecto Niemeyer
El fin del proyecto Niemeyer es la prueba más evidente que la política que se hace sólo con imágenes virtuales, cuya efecto político buscado es desanimar a los detractores locales y al mismo tiempo entusiasmar a hipotéticos financistas externos, es mala en comparación con la política de construir consensos locales partiendo de lo que necesitamos y de nuestras capacidades, y luego buscar aliados externos si es el caso. En este sentido el Alcalde Cornejo, aunque es un buen comunicador, no es un buen gestor de proyectos. Pablo Andueza
Enviado por Karina (no verificado) el Vie, 07/11/2008 - 21:30 Enlace permanente
Retiraron el proyecto
Retiraron el proyecto Niemeyer? SI es así, qué bueno. Dónde salió publicado? Me puedes dar más antecedentes?
Saludos
Karina
Enviado por Pablo Andueza (no verificado) el Mié, 12/11/2008 - 17:08 Enlace permanente
Lecciones del "caso
Lecciones del "caso Niemeyer"
La gestión patrimonial del alcalde saliente de Valparaíso fue oportunista. Quería aprovechar las alternativas económicas asociadas a la certificación mundial de la Unesco en medio del emergente mercado del turismo cultural. Sin explicitarse mucho, se ejecutó un modelo de gestión de recursos patrimoniales que vio en ellos una oportunidad de transformar la ciudad en polo de atracción para inversionistas y se buscó entusiasmar a los agentes económicos y al mismo tiempo minar las resistencias locales. ¿No es así, con imágenes, cómo se ha estado operando con el famoso mall y con otro mall en que se desea convertir el Mercado Puerto? ¿No encontramos bastante de estos ingredientes "reactivadores" en la mercantilización de los barrios turísticos de los cerros Concepción y Alegre? ¿El proyecto Niemeyer -desechado la semana pasada por la propia oficina del arquitecto- no era, también, básicamente un producto para vender?
¿Veinte mil, diez mil, cinco mil espectadores? ¿Diez mil, cinco mil, tres mil metros cuadrados construídos? El tamaño del proyecto iba cambiando al ritmo de las presiones. Los promotores del proyecto sólo se mantuvieron fieles a la idea original: sería un enorme edificio modernista que ocuparía la mayor parte de las 2,2 hectáreas del cerro Cárcel. Pero esto mostraba el mismo talón de Aquiles que el plan para Valparaíso: frente a este tipo de reactivación, a corto plazo y sin participación social, los habitantes no perciben beneficios concretos. Molesta, además, que la ciudad se piense para los visitantes y se piense poco para sus habitantes. Duele que el capital social y cultural de su gente se subordine a otros intereses. Impresiona que los ciudadanos destinen sus energías a defenderse de quienes están llamados a representarlos.
El "caso Niemeyer" puede ser una buena oportunidad para enmendar el rumbo. Primero, antes que buscar que imágenes para vender, hay que pensar la Ex Cárcel, que fue guarnición militar y la primera prisión de la ciudad, como un proyecto para construir, idealmente por etapas, e incluyendo a quienes han animado por años ese espacio. Segundo, antes que atender a un hipotético mercado turístico/cultural, parece razonable atender las necesidades de los ciudadanos de la región de Valparaíso. Tercero, esta obra civil decimonónica que la Unesco tuvo la preocupación de mencionar en la declaratoria como "Area panteón", debe capitalizar su valor cultural, social y económico evitando ponerlo en riesgo con proyectos inadecuados. Cuarto, la rentabilidad del proyecto no tiene por qué obtenerse de la apropiación público-privada del espacio en una economía convencional de precios; sería más inteligente apostar a la economía de rentas indirectas, compatible y sinérgica con un proyecto patrimonial participativo. La clave del éxito de la ex Cárcel sería ésta: los ciudadanos ganando espacio en un escenario patrimonial formidable; la autoridad valorando un bien fiscal, promoviendo ciudadanía y ganando de la mayor tributación, y el empresariado promoviendo actividades gastronómicas, hoteleras, turísticas, culturales en el entorno. La declaratoria de la Unesco debiera orientarnos, por último a privilegiar microproyectos con valor agregado cultural más que megaproyectos estandarizados que a la larga empobrecen el atractivo único de la ciudad. Así es como se ha construido Valparaíso.
Pablo Andueza
Abogado, académico de la Universidad de Valparaíso.
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